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Información para pacientes

Reglujo gastroesofágico. Espfagitis

Esta información ha sido elaborada por el grupo de Educación para la Salud de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Pretende que los pacientes conozcan mejor sus enfermedades.

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¿En qué consiste la enfermedad?

La palabra reflujo significa ir en contra de un flujo, en este caso, del flujo normal de los alimentos. Al ser tragados, los alimentos pasan de la boca a la garganta, luego al esófago y después al estómago. En el estómago, los alimentos se mezclan con los jugos gástricos, que entre otras cosas se componen de ácido. Este ácido no daña al estómago porque el órgano produce una sustancia mucosa que lo protege de la acción del ácido clorhídrico; sin embargo, este mucus protector no es producido por el esófago, la faringe o la boca. Si los alimentos y el ácido del estómago regresan al esófago, producirán irritación y quemaduras. Cuando el esófago está constantemente irritado por el ácido del estómago, se presentan los síntomas del reflujo gastroesofágico: tos crónica, falta de aire, dificultad para tragar y en los casos más graves, dolor al tragar o dolor en el pecho que se puede extender al cuello y la mandíbula; este dolor se debe a inflamación del esófago y puede ser fácilmente confundido con un infarto de corazón.

¿Podría haberla evitado, y qué debo decir a familiares y amigos para que no la tengan?

El reflujo puede ser desencadenado por una serie de factores como: el aumento de la presión abdominal (por embarazo, obesidad, uso de fajas), por ciertos medicamentos (antagonistas del calcio, anticolinérgicos), por el tabaco, o por  ciertas enfermedades tales como la enfermedad celíaca sin tratamiento y la esclerosis sistémica. La existencia de una hernia hiatal predispone al reflujo

Ni el estrés ni las comidas con alto contenido en grasas son causantes del reflujo gastroesofágico. No hay pruebas concluyentes de que ciertos alimentos desencadenen síntomas de reflujo, como el chocolate, el café, el alcohol, los zumos ácidos, las bebidas carbonatadas y las cebollas,

¿Qué debo hacer ahora para mejorarme?

Si noto algunas de sus manifestaciones acudir al médico. El diagnóstico de RGE es clínico y depende de los síntomas, sin embargo, es posible la objetivación médica de la patología por medio de algunos estudios.  La esófago –gastro -duodenoscopia es el examen más utilizado para el diagnóstico de reflujo gastroesofágico. Puede detectar lesiones en la mucosa esofágica como erosiones y úlceras que son producidas por el reflujo gástrico ácido. Al encontrarlas se puede diagnosticar una esofagitis por reflujo gastroesofágico. También puede diagnosticar la hernia hiatal que predispone al reflujo. Es posible y frecuente que este estudio sea normal en un paciente con RGE. Cuando hay reflujo y no se encuentran erosiones se suele clasificar como enfermedad por reflujo gastroesofágico no erosiva.

La pH-metría es la medición de pH de 24 horas. Es un estudio en el que, como su nombre lo indica, se monitoriza por medio de una sonda en el esófago el pH de este. El paciente anota cuándo tiene síntomas y el estudio es leído posteriormente por el médico. Con frecuencia, los síntomas se asocian a los episodios de reflujo (medición más baja del pH) pero esto no siempre ocurre.

La manometría esofágica es otro estudio utilizado, en el cual se mide la presión del EEI y la movilidad del esófago asociada a la ingesta de líquidos.

La impedanciometría es un estudio más avanzado que registra y diferencia el pasaje por el esófago de sólido (bolo alimenticio), líquido (reflujo) y gas, a la vez que registra una pHmetría de 24 h. Es de particular utilidad cuando el reflujo es de sustancias no ácidas (que tienen un pH alto) pero que producen síntomas, como la pepsina y los ácidos biliares. El principio se basa en medir las diferencias de conductividad eléctrica en el esófago distal provocadas por la presencia de distintas sustancias en la luz del mismo; por tanto, no depende del pH del líquido asociado al reflujo.

Una vez confirmada la enfermedad, aconsejará ciertas medidas como la pérdida de peso, dejar de fumar, cenar temprano y elevar la cabecera de la cama.​ A lo que puede añadir tratamiento medicamentoso, que se basa en la supresión del ácido provocado en el estómago. Los medicamentos que han mostrado ser efectivos son los inhibidores de la bomba de protones como el omeprazol, el lansoprazol, el pantoprazol, el rabeprazol y el esomeprazol.

No obstante, la eficacia tanto de los inhibidores de la bomba de protones como de los bloqueadores de los receptores de histamina 2 es cuestionable y actuales evidencias demuestran que el riesgo de efectos secundarios adversos es elevado, especialmente en tratamientos de larga duración y en los niños.

Cuando existe hernia hiatal, se puede usar la alternativa quirúrgica para el tratamiento del RGE

¿Cuál es su pronóstico?

Normalmente, el pronóstico de la enfermedad por reflujo gastroesofágico es bueno. Aproximadamente, un 60% de los afectados por síntomas de reflujo suele tratarse de la forma no erosiva (enfermedad por reflujo no erosiva, ERNE) que evoluciona sin una inflamación del esófago (esofagitis). Sin embargo, la calidad de vida del paciente suele estar afectada por las molestias del reflujo, independientemente de lo graves que sean los síntomas.  Estas fases tan pesadas pueden intercalarse con otras en las que no hay síntoma de dolor alguno. Los síntomas del reflujo no suelen desaparecer completamente y de forma permanente si no se sigue un tratamiento adecuado.

Llevar una vida saludable, unos correctos hábitos de alimentación y un tratamiento farmacológico reducen el riesgo de que la enfermedad derive en una inflamación del esófago.

El reflujo gastroesofágico tiende a recurrir en más del 80% de los pacientes antes de los 6 meses después de descontinuar la administración de inhibidores de la bomba de protones. Por esa razón, puede que sea necesaria una terapia de mantenimiento a largo plazo.

 La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) puede derivar en diferentes complicaciones. Las reacciones inflamatorias persistentes pueden dar lugar a que se formen úlceras y a que la mucosa cicatrice. A largo plazo el esófago termina por estrecharse (estenosis de esófago), lo que dificulta la ingesta de alimentos. En estadios muy tardíos, puede suceder que el esófago ya esté tan estrecho que el paciente sea incapaz de tomar alimento alguno.

En las zonas de la mucosa afectadas por la enfermedad por reflujo gastroesofágico se producen sangrados que en la mayoría de los casos suelen pasar inadvertidos. A veces, dan lugar a vómitos de sangre (hematemesis). Si los sangrados son frecuentes, estos derivan en una anemia.

El riesgo es alto cuando la enfermedad permanece sin diagnosticar y disminuye una vez instaurado el tratamiento con la dieta sin gluten estricta y mantenida, que parece ejercer un efecto protector.

 
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